El queso es uno de esos alimentos que son más queridos por parte de los usuarios, este alimento es tan antiguo como la propia humanidad, ya que surgió como una forma primitiva de conservación de la leche. Un producto que era considerado por los griegos como un auténtico ‘manjar del Olimpo’.
Este alimento se puede consumir de diferentes maneras con una gran variedad de tipologías y sabores, que ofrecen al consumidor un valor nutricional elevado. Consumido con moderación puede situarse como una gran fuente de beneficios para el organismo al poseer un alto contenido de de vitaminas B1, B2 y B12, así como de A y D que mejoran la visión y ayudan al sistema inmunológico. También es una fuente importante de calcio, fósforo y ácidos grasos (Omega 3 y Omega 6).
Conservación
Para que el usuario pueda disfrutar de este producto con todas sus cualidades, se tienen que tomar diferentes precauciones a la hora de conservarlo en buen estado. La forma ideal de conservación es poner el queso en un sitio sin luz con el objetivo de evitar su oxidación, a pesar de la costumbre de guardarlo en la nevera conviene saber que el frío seco del frigorífico le resta humedad a los quesos y le provoca una pérdida de sabor.
Frente a esta serie de inconveniente, la conocida marca de envases Fízpilar ha creado recipientes cerámicos con arcilla arenosa que producen un pequeño microclima en su interior que permite resguardar la humedad natural de los alimentos. Cuando el usuario guarda el queso en este envase permite que se conserve fresco y que mantenga su propia humedad, lo que evitará la aparición de moho que suele ocurrir cuando se envuelve en film transparente; la porosidad de la cerámica permite que el queso pueda respirar y mantenga todas sus propiedades.
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