El café, una de las bebidas más consumidas y valoradas del mundo, cuenta con una creciente demanda de calidad que ha contribuido a poner en valor el papel de los baristas como agentes imprescindibles para ofrecer una experiencia sensorial que va más allá del sabor. Su conocimiento y habilidades técnicas les convierten en auténticos expertos en café, responsables de ofrecer preparaciones en las que la presentación tiene un importante papel.
La calidad de una taza de café comienza con la selección del grano. Los tipos más comunes son arábica y robusta. Así, el arábica, conocido por su suavidad y matices afrutados, es preferido en el café de especialidad. El robusta, en cambio, ofrece un sabor más fuerte y amargo, con mayor contenido de cafeína.
El origen del grano también influye en su perfil sensorial. Los cafés de América Latina suelen tener sabores equilibrados y notas cítricas, mientras que los de África destacan por sus aromas florales y frutales. Regiones como Asia, en particular Indonesia o Vietnam, producen cafés robusta de alta calidad con características terrosas y especiadas.
Además, el tostado es una etapa crucial que define los aromas y sabores del grano. Los tostados claros realzan las notas afrutadas y ácidas, mientras que los oscuros aportan mayor cuerpo y sabores a chocolate o frutos secos. Una vez tostado, el grano se prepara en formas que van desde el espresso clásico hasta métodos innovadores como el nitro cold brew, que añade una textura cremosa gracias al nitrógeno.
El dominio técnico es esencial para preparar estas variedades correctamente. Factores como la molienda, el tiempo de extracción, la presión del agua y la temperatura afectan directamente al resultado. Por ello, los baristas son auténticos artesanos del café que deben manejar estas variables con precisión para satisfacer las preferencias de cada cliente.
La formación, clave para destacar en hostelería
Para responder a las expectativas del mercado, la formación de los baristas se ha vuelto indispensable. La especialización es fundamental para la figura de este profesional que debe dominar cómo preparar café, pero también entender la trazabilidad del grano, las tendencias del mercado y técnicas avanzadas como el latte art.
La importancia de esta preparación va más allá del café, integrándose en la formación en el arte de la cocina.
La creciente popularidad de las cafeterías de especialidad ha impulsado la demanda de baristas altamente cualificados. Sin embargo, el papel de estos profesionales no se limita a este sector. Hoteles, restaurantes y eventos de alto nivel requieren también baristas que sepan ofrecer un servicio excepcional, marcando la diferencia en la experiencia del cliente.
Los programas de formación, además de aspectos técnicos como el uso correcto de equipos o la calibración de molinillos, otras habilidades interpersonales, fundamentales para la atención al cliente. Además, se aborda la sostenibilidad, poniendo énfasis en prácticas como el uso de productos locales o la reducción de residuos, una tendencia al alza en la industria del café.
La creatividad es otro aspecto que se trabaja en la formación. Un barista debe dominar tanto las recetas clásicas como la innovación, desarrollando bebidas únicas que combinan café con ingredientes inesperados, como especias o frutas.
Conocer las tendencias globales, como el auge del café de especialidad, el interés por las leches alternativas y la experimentación con métodos de extracción, permite a los baristas ofrecer opciones que conecten con las preferencias cambiantes de los consumidores. Este conocimiento especializado, unido a la pasión por el café, es lo que transforma una profesión técnica en un arte.