No solo importa el producto

En la actualidad, los valores tangibles de un producto o servicio han dejado de ser los principales impulsores de las compras, puesto que ahora priman sobre ellos los valores intangibles. Con esto nos referimos a todo aquello que envuelve a una marca, es decir, lo que transmite al consumidor. Esto no quiere decir que dejen de ser importantes las características del producto sino que existen otras prioridades en el proceso de compra. 

Cuando alguien está planteándose comprar un coche nuevo tiene a su disposición miles de opciones para elegir, por lo que es el momento de que las empresas se planteen ¿qué hace diferente a mi marca para que sea la escogida entre el resto? Esto lo define el valor añadido, dicho de otra forma, los sentimientos que nos transmite porque son estos los que venden más que la propia marca. 

Por consiguiente, nos lleva a lo que llamamos Marketing Emocional, que consiste en el empleo de sentimientos y valores adheridos a la marca con el fin de establecer un vínculo con un determinado producto. Las empresas llevan a cabo una estrategia para posicionar su marca en la mente de los consumidores y hacer que la compren debido a su identificación personal con esta. 

Cuestión de identidad 

Es muy importante para los consumidores sentir que sus propios valores se corresponden con los de las empresas a las que compran. Para ello, estas se valen de la publicidad para contar historias que empatizan con el público al que se dirigen, de esta forma, mediante la implicación de las emociones, se logra un mayor impacto y genera recuerdo en la mente del destinatario. Es el caso de marcas como Starbucks o Apple con una personalidad fuerte que hacen sentir en el cliente la marca como algo propio. Los anuncios relatan historias que nos hacen sentir toda clase de sentimientos, por ejemplo, nostalgia en las campañas de Lotería de Navidad; miedo en los anuncios de la DGT y alegría o humor en los de Casa Tarradellas. 

También es a través de los eslóganes de marca o de determinadas campañas en los que se transmiten esos valores inherentes del producto. Es el caso del “Just do it” del gigante deportivo Nike en el que evoca a la superación emitiendo un mensaje de esperanza y lucha por aquello que queremos. Más allá de la venta de sus productos de deporte, lo que pretende la marca es conectar con su cliente. Asimismo, otro ejemplo podría ser el de la marca de higiene personal Dove con la campaña que realizó apelando a la “belleza real”. En ella perseguía mostrar al público, sobre todo femenino, una ruptura con los cánones de belleza todavía imperantes en la sociedad actual. 

Por añadidura, hay veces en los que se ha impregnado tanto los valores de las marcas con los consumidores que estos incluso están dispuestos a vestir o llevar productos que promocionan estas marcas sin obtener nada a cambio. Una muestra de ello sería la cantidad de personas que compran camisetas con el logotipo de Coca-Cola sin que esta empresa tenga nada que ver con la producción de ellas ni se les pague por patrocinarla. Por lo tanto, una vez más se muestra como prevalece lo emocional a lo racional en las decisiones de compra del consumidor. 

Cuidar de los clientes 

Vista la importancia del Marketing Emocional en el posicionamiento de la empresa, es necesario tener en cuenta varios puntos. En primer lugar, es primordial conocer al público al que se quiere dirigir nuestro producto para poder establecer unos valores comunes, en otras palabras, hay que conectar con la audiencia mediante la comunicación. A partir de ahí, hay que procurar mantener esos clientes cuidándolos y atendiendo en todo momento a sus emociones y deseos porque, más vale conservar clientes fieles que conseguir muchos y que estén descontentos. 

La opinión del cliente es fundamental para formar una base en la empresa. Actualmente, gracias a las tecnologías, es posible comunicar nuestras opiniones a través de las redes sociales de forma instantánea y sencilla. Por lo tanto, lo que digan nuestros clientes de la empresa influirá sobremanera en ella. 

El Marketing Emocional no es una opción

Así pues, obtenemos que la realización de acciones que impliquen las emociones para cautivar a nuestro público ya no es tanto una opción sino la única forma de diferenciarse de la gran cantidad de competidores existentes. 

Por lo tanto, la empresa debe implicarse al máximo en el estudio y trato con el cliente porque es del que depende la marca en cierto modo. Debe hacerla sentir suya y que dispone de ella siempre. 

En resumen, si el cliente adquiere nuestra marca es porque se siente identificado con sus mismos valores y está de acuerdo con ellos. Y además, su contento con ella provocará que la comparta con su entorno y se amplíen sus compradores. 

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