Como bien sabemos, uno de los grandes principios de la publicidad apela a los deseos de los consumidores, a lo que desean lograr o ser y no tanto a lo que fueron o ya tenían. La publicidad hace que las cosas se vean de una forma mucho más positiva y se exaltan las buenas conductas dando a entender que mediante el producto que se promociona todo será más fácil.

Los consumidores cambian, y también sus expectativas, ahora se buscan marcas más cercanas y con las que se sienten más identificadas. Se han comenzado a priorizar ciertos mensajes y a darles más valor a los que representan situaciones cercanas a sí mismos.

En los tiempos que corren los protagonistas de los anuncios ya no tienen que ser versiones idealizadas y aspiraciones de los potenciales consumidores, sino más bien elementos similares a ellos mismos.

Hoy en día, usar a personas normales y corrientes en publicidad ayuda a que las marcas conecten mejor con sus potenciales consumidores. Y cada vez es mayor la variedad de personas en sus anuncios y, sobre todo, personas que sean similares al perfil de las que pueden acabar comprando sus productos.

Por ejemplo, Dove empleó mujeres muy acordes para el tipo de producto que quería promocionar: naturales, preocupadas por su bienestar y haciendo hincapié en la naturalidad que envuelve a este tipo de clientes. Este tipo de anuncios tienen mayor resonancia, mucho más que los que protagonizan actores o famosos. Además, es más probable que al mostrar a gente  normal en los anuncios, los consumidores sientan que la marca les comprende más.

Hay que acabar con los clichés. Los consumidores cada vez toleran menos versiones estereotipadas, no quieren clichés y no quieren recibir versiones concretas de personajes ligados a ideas acartonadas y repetidas tantísimas veces. Ya no quieren ver a la madre ama de casa y al padre trabajador de oficina o la mujer que no sabe sacar una mancha hasta que aparece el experto.

Los estereotipos no solamente crean rechazo, sino también resentimiento entre los consumidores. Al apoyar a una marca que utiliza una publicidad artificial y marcada por modelos tradicionales de estereotipos que ya no se corresponden con la sociedad actual, no solamente se incentiva el rechazo hacia el producto sino hacia toda la marca en general. Perjudicando tanto al actor que realiza el anuncio en su carrera, al producto que se venderá mínimamente, y a la marca que se recordará con rencor por ello.

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