Existe un gran número de enfermedades que podrían ser evitadas si la ciudadanía mejorase su alimentación, si se modificara la composición de los alimentos procesados. Hasta el momento, las iniciativas que tienen como objetivo reformular los alimentos procesados se han centrado en la reducción de la sal, de las grasas, los azúcares y, en definitiva, de las calorías. Los frutos que ofrezca en el futuro la aplicación de estas iniciativas serán positivos o negativos en dependencia de la concienciación y elección de aquellos que tienen la última palabra, los consumidores.

Pero la reformulación de alimentos no sólo consiste en eliminar o sustituir unos ingredientes por otros, sino que también ha de mejorar de manera significativa las propiedades nutricionales del producto sin apenas modificar su sabor. En general, la aplicación de los proyectos de reformulación aumenta el contenido de vitaminas, fibra o minerales de los alimentos procesados.

La reformulación y los consumidores

Cuando una empresa reformula la receta de alguno de sus productos procesados debe de respetar la textura, el color y el sabor clásico del alimento que se pretende modificar, aunque también se puede aplicar la estrategia de la modificación gradual para que los cambios no le resulten bruscos al consumidor.

La empresa productora deberá de tener en cuenta también que al modificar la receta del de manera considerable, también quedará modificado el etiquetado del producto en cuestión, lo que puede repercutir en un descenso o aumento de la cuota de mercado.

Salud y calidad de los alimentos

Una alimentación saludable no tiene por qué estar reñida con la calidad de los alimentos, pero existen una serie de problemas a los que se enfrenta la industria de los alimentos procesados cuando pretende producir alimentos más sanos. Uno de estos problemas está relacionado con la reducción de sal y azúcar, ingredientes que se añaden para mejorar el sabor de los productos alimenticios, pero también para conservarlos durante más tiempo. El producto procesado tendría una menor vida útil o contendría más cantidad de conservantes de otro tipo.

Otro de los problemas a los que se enfrenta la industria es aquel que hace referencia a las grasas, que aportan vitaminas liposolubles y calorías, pero también una textura, sabor y volumen adecuados. Para lograr estas últimas características sin recurrir a las grasas, las empresas productoras utilizan otros productos, como la soja o la patata, cuyas propiedades apenas se distinguen de las que aporta la grasa.

La resolución de estos y otros problemas pasa de manera inevitable por la innovación, una innovación que debería de estar auspiciada por la concienciación del consumidor y el apoyo de las autoridades institucionales.

 

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