El consumidor actual se caracteriza sobre todo por ser más racional, por preocuparse de un modo especial por la relación calidad-precio, pero también por comprar de manera comedida y por ejercer un gasto adecuado a las circunstancias sociales y económicas que condicionan el comportamiento de los núcleos familiares. Con la finalidad de analizar y objetivar esa racionalidad, el Observatorio Cetelem ha elaborado y publicado ‘Consumo en Europa 2015’, un informe del que se extraen conclusiones tan relevantes como por ejemplo que el 51% de los consumidores europeos huye de cualquier tipo de gasto innecesario.

Los efectos de la economía continúan siendo los protagonistas indiscutibles de los estudios que elaboran las consultoras, y no es para menos; desde que comenzara la crisis, el consumo se ha visto mermado debido a la falta de capacidad adquisitiva y de seguridad económica por parte de las familias. Estas circunstancias han provocado que el consumidor europeo lo racionalice todo en el momento de la compra, y que considere la tarea de comprar como un modo de compensar las dificultades que se presentan en otros ámbitos de la vida.

Las nuevas motivaciones

En última instancia, son los gastos superfluos los que aparecen eliminados de la premeditada lista de la compra elaborada por las familias. Así, según el informe presentado por el Observatorio Cetelem, el 51% de los consumidores de Europa evita comprar cosas que creen innecesarias.

En cuanto a las motivaciones del consumo, el 80% del panel encuestado afirma que compra lo que compra para asegurase la comodidad que necesita; el 58% escoge los productos en función de la realización personal que procuran; y el 43% confecciona su lista de la compra para compensar las dificultades de la vida. En el otro extremo se encuentran motivaciones que antes eran relevantes y que ya no lo son tanto, como por ejemplo el apoyo a la economía, la posición social o el mero hecho de poseer y consumir.

Compra compulsiva

A pesar de que el consumidor europeo es mucho más equitativo desde un punto de vista global, la crisis económica no ha podido modificar las tendencias o actitudes de los conocidos como consumidores compulsivos. Según se desprende del informe Cetelem, un 33% de los europeos adquiere más productos no previstos ahora que hace cinco años.

Así, en países como Alemania, Eslovaquia, Polonia, República Checha o Rumanía cuatro de cada diez encuestados afirma ser un comprador compulsivo, mientras que en España y Portugal lo afirman sólo dos de cada diez. Es precisamente en estos dos países donde la ciudadanía cree que hay que comprar para contribuir al desarrollo de la economía nacional, mientras que en otros como en Eslovaquia se compra para ocupar una buena posición social.

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