Actualmente es común emplear los términos alimento procesado o alimento ultra-procesado incluso alimentos azucarados con connotaciones y matices negativos en relación a su calidad nutricional. No obstante, es importante tener en cuenta que una gran cantidad de los alimentos que se recomiendan consumir de manera habitual en nuestra dieta, requieren de una o varias etapas de procesado. La diferencia fundamental entre ellos, y el aspecto más relevante a partir del cual podemos distinguir si un alimento es más o menos “adecuado” para nuestra salud, es su propia composición y clasificación. Por tanto, lo ideal es consultar como se clasifican estos alimentos, normas establecidas por los organismos encargados del estudio de los alimentos, como puede ser la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).

Aun así, el tema candente ahora mismo se encuentra en aquellos productos procesados con altos contenidos de sales, azúcar y grasas, comúnmente llamados alimentos azucarados, que acompañan nuestra dieta actual, especialmente la de los más jóvenes, y que son considerados como poco aconsejables en una alimentación correcta y equilibrada.

En los últimos 10 años, el consumo de este tipo de bebidas y alimentos procesados se ha visto incrementado en un 17,5%, según apuntan los datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El comercio de estos productos crece desproporcionalmente en comparación a otros alimentos, sobre todo en países europeos y latinoamericanos, y en jóvenes de entre 12 y 26 años, algo que la OMS ha calificado de alarmante por el posible efecto negativo en la salud de las personas.

En España, el Ministerio de Sanidad muestra en datos del año 2020 que el porcentaje de obesidad (Índice de Masa Corporal superior a 30) infantil se sitúa cercano al 10%, y al 16% en adultos, mientras que el sobrepeso (IMC entre 25 – 29,9) supera valores generales del 35%. Este disparado aumento en las últimas décadas es fruto del progresivo empeoramiento en la alimentación, producido por el mayor consumo de dichos productos, sumado a la falta de ejercicio y el establecimiento de un hábito general de sedentarismo, en el que se encuentran involucrados tanto jóvenes como adultos, dando lugar a un preocupante círculo vicioso.

Los jóvenes se encuentran más expuestos a una ingente cantidad de información y publicidad, dado que son, a una temprana edad, mucho más fáciles de impresionar. La televisión, pero también las redes sociales, son espacios en los que los más jóvenes emplean un gran número de horas a lo largo del día, y es precisamente aquí donde quedan más expuestos a una publicidad centrada en las bebidas y alimentos ya mencionados, aquellos de baja calidad nutricional y con un elevado contenido en azúcares, grasas y sales.

Por ello, el Ministerio de Consumo ha anunciado que se buscará prohibir la publicidad de alimentos azucarados para menores de 16 años y a partir de 2022, una publicidad que ya ha sufrido fuertes restricciones en los últimos años. De esta forma, la normativa española impedirá la publicidad de productos englobados en las cinco categorías que la OMS considera perjudiciales: aquellos anuncios centrados en productos de chocolate y azúcar, pasteles y galletas o bebidas energéticas y zumos, entre otros, quedarán prohibidos para la población menor, persiguiendo una disminución de la influencia sobre los niños, en la compra y en los patrones de consumo.

Sin embargo, la mayor implicación no puede recaer únicamente en los menores. Sus adultos, y, por tanto, las personas de las que dependen y aprenden, son los que influyen en una mayor medida en que una determinada publicidad o producto llegue a los ojos y manos de los más pequeños.

El deber de los padres para con sus hijos es vital para una compresión adecuada sobre una buena alimentación, y a pesar de que esta iniciativa enfocada hacia los menores es recomendable y necesaria, otra importante labor es la de concienciar a los adultos.

Englobar acciones enfocadas hacia los más pequeños y en la que participen los adultos es la mejor baza para la lucha contra el sobrepeso, la obesidad y el conjunto de enfermedades en las que derivan, problemas cada vez más habituales, contra los que es necesaria una fuerte y efectiva actuación.

Por último es importante señalar que una buena educación tiene como consecuencia mejor disposición a la hora de elegir, y los centros educativos tienen mucho que decir en este asunto: el conocimiento de qué es o no es dañino para nuestra salud también debe adquirirse desde la escuela en las edades más tempranas.

 

Enlaces de interés

Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre el impacto del consumo de alimentos “ultra-procesados” en la salud de los consumidores (2020)

Datos de obesidad – Ministerio de Sanidad

Blog de la Sociedad Española de Cardiología y Mapa de Obesidad en España. Estudio ENPE

 

 

Alberto Imbernón Mulero

Doctorando en Técnicas Avanzadas en Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario.

Cartagena, Región de Murcia, España

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